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¿Por qué existe una relación tan estrecha entre la arquitectura y el diseño instruccional?


La mayoría de los profesores universitarios sabe poco o nada de educación, al menos cuando empiezan su carrera. Generalmente destacan como expertos en una determinada área –biología, derecho, ingeniería, etc.–, pero sabiendo poco o nada sobre docencia y mucho menos diseño instruccional. Esta es una de las razones fundamentales por las cuales es común encontrar profesores universitarios que manejan muy bien su materia, pero no están en capacidad de facilitar el proceso de aprendizaje de los estudiantes.


Quienes entienden y se preocupan por no tener idea de cómo llevar adelante un proceso pedagógico pueden confrontar el problema y emprender un proceso de aprendizaje. Sea a través de un proceso de educación formal o con el apoyo de compañeros más experimentados, se lleva adelante un camino de crecimiento que implica –al menos– saber diseñar un curso efectivo y conocer algunos modelos de aprendizaje.


Desde que empecé mi carrera docente en 2009, siempre estuve preocupado por esta brecha, sabía bien como hacer mi trabajo, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo entender a otros. Por esta razón me apoyé en muchos profesores que me extendieron la mano y me acompañaron en las primeras fases del proceso. Paralelamente, me involucré en diferentes cursos de preparación. El más importante fue el Diplomado de un año llamado Formación Integral para el docente Aletheia, donde aprendí sobre temas como: microenseñanza, diseño instruccional, innovación tecnológica en el campo académico, modelos de evaluación, comunicación y motivación.


En ese programa pude compartir con profesionales de diferentes carreras y empecé a notar que mi formación como arquitecto me había facilitado el proceso de acercarme a la educación. En ese momento no fue más que una curiosa observación, pero a través de los años he ido sistematizando los puntos en común entre la arquitectura y el diseño instruccional; los mismos por los cuales el traslado de un área a la otra me resultó natural. Brevemente, presento a continuación una lista de algunas de esas similitudes.




El diseño


El diseño instruccional es precisamente eso: diseño. La teoría del diseño es un cuerpo de conocimientos que puede ser considerado independiente de los campos específicos donde el diseño tiene lugar. [1] La teoría y las metodologías del diseño no le pertenecen a una sola disciplina, por el contrario, son comunes a muchas de ellas, siendo la arquitectura tal vez uno de los casos donde se trabaja con mayor profundidad. Un ejemplo de este hecho es ADDIE (análisis, diseño, desarrollo, implementación y evaluación), el método de diseño instruccional seguramente más difundido y cuyas etapas son perfectamente aplicables en otros procesos de diseño. [2]




Gráfico circular que muestra 5 etapas: analizar, diseñar, desarrollar, implementar y evaluar.
Estructura típica del Diseño Instruccional. Dibujo del autor.

Un punto que ayuda a comprender este fenómeno es la condición cíclica típica del diseño. “El proceso cíclico ve solaparse cada etapa con aquellas que le son adyacentes, a la vez que se relaciona con las demás. Todo el desarrollo es siempre visto desde la perspectiva del autor quien tiene la responsabilidad de mantener la coherencia a lo largo del desarrollo.” [3] Esta condición es transversal al diseño, sin importar la disciplina en que se desarrolle.


En mi caso, por ejemplo, no solo cursé la formación típica de la arquitectura centrada en torno al diseño de proyectos, sino que además tuve la oportunidad de aplicar estos conocimientos tanto en el campo de la arquitectura como las artes visuales. Este hecho me resultó sumamente valioso a la hora de diseñar cursos de formación, la mayoría de los cuales versaron a su vez sobre temas metodológicos y de diseño, convirtiéndose así en proceso y contenido al mismo tiempo y permitiéndome ahondar y especializarme en su manejo.




La comunicación visual


Gran parte del diseño instruccional busca estructurar conocimientos que se transmiten de forma visual, sobre todo cuando se habla de educación online o educación a distancia. El material gráfico se convierte en el índice y el centro de los cursos y este suele tener un peso importante en la probabilidad de éxito del proceso. En este sentido, no debe sorprender que gran parte del diseño instruccional está basado en la forma en que los humanos procesamos la información gráfica. [4]


En un escenario como este, el arquitecto también suele tener un desempeño sobresaliente. Por medio de su formación y experiencia, desarrolla los conocimientos y la sensibilidad necesarios para comunicarse visualmente con éxito. Lo hace desde el inicio de su carrera, sea con dibujos, láminas, presentaciones, desde muy joven debe manejar conceptos como equilibrio, jerarquía, ritmo, además de explorar la teoría del color, las relaciones de escala y muchos otros elementos necesarios para lograr una efectiva comunicación visual. Adicionalmente, con el avance de las tecnologías de representación de las últimas décadas, el arquitecto ha podido complementar su capacidad de representación a mano alzada, con programas e instrumentos digitales que diversificado sus espacios de expresión. Finalmente, el arquitecto es capaz de incorporar un significativo valor estético dentro de un proceso que podría considerarse funcional, al mismo tiempo que es capaz de explorar nuevas soluciones.




La innovación


Por naturaleza, la educación busca innovar, promueve la innovación. Aun así, en el diseño instruccional es común encontrarse con la aplicación de métodos y procesos probados que permiten alcanzar resultados predecibles y cumplen con el objetivo, pero coartan la posibilidad de innovar. [2] Seguramente seguir procedimientos probados es útil e importante, pero –al mismo tiempo– la innovación se ha convertido en uno de los requisitos fundamentales en muchos sectores, como en la educación. Las tecnologías avanzan aceleradamente, las dinámicas que viven los participantes en los programas son cambiantes, los contenidos son cada vez más complejos, etc. En otras palabras, se requiere manejar con soltura los conocimientos propios del diseño instruccional para poder aplicarlos con éxito, pero también es necesario ponerlos a prueba para no quedarse atrás.


El arquitecto rara vez sigue al pie de la letra los procedimientos con los que ha trabajado anteriormente. Como un chef de primera línea, no se queda en la recera inicial, sino que busca avanzar, convierte cada tarea en una nueva oportunidad para curiosear y usar la imaginación. [2] La innovación forma parte de la psiquis del arquitecto, quien ha crecido por medio del desarrollo de su creatividad y conoce los caminos para conectar las nuevas ideas con su implementación. En este sentido, puede aplicar dicha capacidad de innovación a otros ámbitos del conocimiento.




La simulación


El objetivo fundamental de la educación es que los estudiantes aprendan como aprender, es decir, buscar, probar y aplicar nueva información para que puedan partir de hechos conocidos en función de explorar nuevas soluciones. [5] Por el contrario, cuando el diseño instruccional ahoga al estudiante con un montón de principios, hechos y teorías con la esperanza de que luego podrá aplicarlos, difícilmente logra su cometido. [5] En lugar de una suerte de transmisión de información del profesor al estudiante, gran parte del proceso de enseñanza ocurre haciendo, es decir, es un proceso práctico, una simulación en donde el aprendiz enfrenta problemas similares a aquellos que podría encontrar en el futuro y se ejercita en la formulación de soluciones.


De esta forma, el proceso formativo tiene una importante componente práctica que comparte con la arquitectura, una disciplina que se desarrolla en torno a la práctica. El aprendiz arquitecto pasa su carrera tratando de integrar nuevos cúmulos de conocimiento a través de un proceso de diseño de proyectos donde se simulan situaciones reales. Este proceso motiva y entrena la traducción de la teoría a la práctica. En otras palabras, el arquitecto experimenta y aprende procesos de análisis e implementación que son aplicables en el diseño instruccional.


En mi caso, cuando empecé a trabajar en diseño instruccional y aunque no estaba para nada seguro de lo que estaba haciendo, tuve la reacción instintiva de proponer cursos que no solo se preocuparan por facilitar los nuevos contenidos a los estudiantes, sino que tuvieran espacio para la aplicación de dichos conocimientos. Solo con el tiempo fui comprendiendo la importancia de este espacio de simulación para consolidar el aprendizaje y entendí porque resulta ser una de las buenas prácticas del diseño instruccional.




El estudiante


El diseño instruccional no es igual en todas partes del mundo, depende estrechamente del estudiante al que va dirigido, su edad, su proceso, sus necesidades, incluso su realidad geográfica y cultural. De esta forma, es un proceso que se construye para una realidad específica. Generalmente, primero se reúnen las características más comunes de los estudiantes objetivo para construir una imagen que los aglutine lo mejor posible y luego se adapta a las particularidades y necesidades especiales de aquellos que lo requieran.


En el ejercicio de la arquitectura se sigue la misma lógica, los proyectos se desarrollan en función de los clientes a los que van dirigidos. En muchos casos ese cliente es un constructo que recoge las características más comunes de una población, porque no se sabe exactamente quien vivirá en determinado espacio, pero también hay casos donde la arquitectura se diseña para responder a los requerimientos de una persona específica.


Muchas veces el diseño instruccional se olvida de las personas y se centra casi exclusivamente en los conocimientos que se busca transmitir. Las conversaciones giran entre capítulos, contenidos, prioridades, etc. Cuando se enfoca de esta manera, el diseño olvida que el verdadero centro y punto de partida son las personas que se desea formar. Solo entendiendo a las personas se podrá construir cursos y programas que les resulten interesantes y sean efectivos.




La manera de trabajar


La última condición para señalar en este artículo no es una similitud, sino una forma de actuar. Hokanson, Miller y Hooper definen las facetas del diseñador instruccional como artista, ingeniero, arquitecto y artesano, y cuando hablan de arquitecto precisamente señalan varios los puntos que he venido comentando hasta ahora: [2]


  • Tienen una aproximación balanceada entre utilidad, usabilidad y estética.

  • Dan valor a la estética.

  • Apuestan a la innovación.

  • Aplican la investigación.

  • Buscan incrementar la motivación, interacción y compromiso del participante.

  • Presionan los límites de los recursos para mejorar la experiencia del participante.


La mayoría de estos puntos ya han sido tratados y algunos quedarán para un próximo artículo, pero, antes de concluir, vale la pena reflexionar sobre el balance (utilidad, usabilidad y estética) por su estrecha similitud con el triángulo Vitruviano. Vitruvio vivió un siglo antes de Cristo y formuló una teoría según la cual la arquitectura debía cumplir con tres condiciones: utilidad, firmeza y belleza. Este triángulo se sigue utilizando como una referencia fundamental aún hoy en día, un marco para reconocer la buena arquitectura. Considerando la similitud entre estos dos triángulos, resulta evidente que el arquitecto puede destacarse como diseñador instruccional al trasladar y aplicar algunos de los principios básicos de su disciplina.




Conclusión


Considerando la naturalidad con que pude migrar de la arquitectura al diseño instruccional, siempre pensé no podía ser casual, pero me tomó tiempo entender las razones. Con el paso de los años, a través de lecturas, conferencias, discusiones, he podido comenzar a entrever algunas de las particularidades por las cuales dicho viaje ha sido tan cómodo, placentero y fructífero.


Quien se formó como arquitecto obviamente no tendrá título de pedagogo, pero, gracias a ese mismo hecho y luego de formarse como diseñador instruccional, el arquitecto puede aportar un enorme valor a este ejercicio de la formación.


Quienes hemos hecho un giro en la carrera debemos reconocer con humildad que nos estamos adentrando en un ámbito para el cual no fuimos inicialmente formados. Con el paso del tiempo, podemos ir aprendiendo y, si tenemos la intención, destacar y dar un aporte significativo gracias a los conocimientos complementarios y a la naturaleza interdisciplinaria de la educación. En otras palabras, podemos verlo desde otro punto de vista, con otras herramientas y conocimientos que promuevan el proceso de innovación.





Referencias


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